lunes, 4 de marzo de 2013

Con todo el amor, me espera

 En el post titulado "Los peligros del camino", Don Joan Carreras explica de modo diáfano que el único auténtico peligro con el que podemos tropezar en nuestro camino, mientras peregrinamos a través de esta vida hacia la eterna, es el pecado.
Continúa en otro post "Lo peor del pecado", expresando, con gran acierto, que el verdadero mal del pecado es la ofensa a Dios, a un Dios inmensamente amoroso y que eso es lo que nos debiera doler.

Quisiera yo, aportar mi granito de arena a esta sucesión, relantando cuál ha de ser nuestra postura si es que hemos tenido la desgracia de apartarnos de Dios y ofenderle por el pecado grave. Él es Infinita Misericordia y nunca nos niega el perdón y la reconciliación si nosotros de veras así lo queremos. Espera todo el tiempo que haga falta. Lo que ocurre es que Él tiene todo el tiempo del mundo, pero nosotros no, ya que moriremos. No hemos, pues, de demorar el momento en que caminemos de vuelta a los brazos del Padre.


Como sabéis, me gusta decir las cosas con canciones. El reciente fallecimiento de Toni Ronald me da una buena ocasión de ello y, además, me permite agradecerle tantos buenos ratos pasados con su música, en mi infancia. Y, ¡qué mejor agradecimiento que lo que realmente le puede ser ahora de utilidad: orar por su eterno descanso!

En cierto modo es como si Dios nos cantase, lleno de un amor inmensamente tierno y fuerte, esta canción. La llave: puiede considerarse que es Jesús, María o el Sacramento de la Reconciliación, según se enfoque.
Deseo que sea hoy mismo el día en que, por fin camines de vuelta a la casa del Padre. Sí, ahí hay una iglesia. No me digas que es que está cerrada, bien están escritos los horarios en la puerta y puedes volver luego. Y el sacerdote te confesará si así se lo pides, en caso de que no esté en ese momento en el confesonario.

¡Ánimo, mira cómo suspira Dios por ti y por mí!:



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