domingo, 27 de octubre de 2013

Cuando te miro de frente a los ojos...


 Me he fijado en que, cada vez más, se busca mucho la rentabilidad en todo. Si quedamos con un amigo, ha de ser para algo, y mantenemos esa amistad porque nos interesa para alguna cosa. Si uno no hace nada importante o rentable, queda fuera del circuito. Nunca me gustó eso, pero cada vez menos. Creo que es bello amar a las personas por sí mismas y gozar y disfrutar por su sola compañía. Eso me lleva a pensar en lo mucho que acostumbramos a querer utilizar a Dios. Si vamos a Misa es para…si rezamos es porque queremos… ¡¿Dónde está aquello de disfrutar de la mutua compañía?!

Y sobre el Sacramento de la Reconciliación se suele escuchar mucho eso de que “yo ni robo ni mato, no necesito confesarme” y lo de “yo me confieso con Dios directamente”, pero también eso de “voy a que me laven las manchas”.  No sé por qué pero nunca me ha gustado, se me representa siempre como  algo frío y distante: “suelto lo que me sobra y me quitan los restos, pero yo, permanezco inmutable”. Se me ha dado la gracia de recibir muchísimo de las confesiones, he experimentado muy a menudo cómo acercan más y más al Corazón de Jesús. Cuando has tenido algún disgustillo, algún malentendido, con alguien a quien amas, estás impaciente por recuperar la cercanía, la comunión ¡Cómo debe de dolerle a Jesús que nos sea indiferente la suya, que es la mejor!   


 

Hay un cuentecillo judío que dice que estamos unidos por un fino cordón a Dios. Cuando pecamos es como si cortáramos ese cordón. Pero Dios, al perdonarnos, toma ambos extremos y los anuda, de modo que la distancia después es menor que la que había antes de pecar. No es bueno el pecado, ofende a Dios, pero en cierto sentido… ¡Feliz la culpa! Si dejamos actuar a Dios después, claro.

Por supuesto, no es lo mismo el pecado venial que el mortal. El venial se perdona con el arrepentimiento y la Comunión, pero es mucho mejor establecer hábitos y “encontrar una excusa” para aumentar nuestra intimidad con Dios y es que “el roce hace el cariño” y la verdad en los encuentros acerca a los corazones. “Cuando te miro de frente a los ojos, es cuando veo en ti a mi amigo.”


 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Qué es para ti la fiesta?


Al meditar acerca del concepto de fiesta a fin de seguir el camino propuesto por el blog guía del grupo “Caminemos juntos”, tropiezo con el escollo de no saber acotar exactamente el significado de la palabra.


Busco, pues, en el diccionario de la RAE y encuentro las definiciones más corrientes:

(Del lat. festa, pl. de festum).

1. f. Día en que se celebra alguna solemnidad nacional, y en el que están cerradas las oficinas y otros establecimientos públicos.

2. f. Día que la Iglesia celebra con mayor solemnidad que otros.

3. f. Solemnidad con que se celebra la memoria de un santo.

4. f. Diversión o regocijo.

5. f. Regocijo dispuesto para que el pueblo se recree.

6. f. Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse.

        7. f. Agasajo, caricia u obsequio que se hace para ganar la voluntad de alguien, o como expresión de cariño.


Cuando se habla de fiesta, unos piensan en un banquete, otros en la reunión familiar, o en bailar; algunos en un acto religioso. Lo que ocurre es que la vida es muy diversa para cada persona. Esa reunión familiar que para unos tiene connotaciones de fiesta, para otros las puede de infierno. Lo mismo ocurre con las demás cosas. Lo bueno, lo realmente bueno, es que con Dios, hay fiesta para todos, no sólo para los más afortunados. Su amor por nosotros es motivo de gozo y congratulaciones para todos sin distinción y nos lo manifiesta en cada instante sin excepción. Dice el Papa Francisco en la Audiencia general del miércoles 4 de septiembre de este año (hoy):

Sin el amor de Dios no hay verdadera fiesta para el hombre.”

Así es verdaderamente, todas las demás cosas son relativas y, por alegres que parezcan, sin Él, no lo son de veras ni para todos.

El amor de Dios por nosotros es, además, gratuito. La fiesta tiene que ver con el juego, es algo gratuito, que se hace por el puro gozo y realización al hacerlo. Es vida en sí. Dios es la Fiesta, nuestra Fiesta.


Para mí es inmediato relacionar este concepto con el de celebración. El nombre de este blog es “¡Vive!: ¡Celebra la vida!” y está inspirado en la letra de la famosa canción de Axel, ésa que precisamente cantó de nuevo en la Vigilia por la asunción del Papa Francisco en la Catedral Metropolitana en Buenos Aires.

  




Él mismo explica en el vídeo el significado de la canción con la que me identifico de un modo casi visceral desde el primer día en que la oí. Por ello la usé para dar nombre al blog: el modo de celebrar la vida es vivir, vivir realmente, vivir amando en cada momento y en unión con Dios.

"Porque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios" (S. Ireneo, haer. 4,20,7).

El fin último de la creación es que Dios , "Creador de todos los seres, se hace por fin `todo en todas las cosas' (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad" (AG 2).



El Universo entero celebra una fiesta constante dando gloria a Dios. Los pájaros, los campos, los niños…Sólo el pecado añade sus “interferencias” a esa vivencia. Unámonos a la fiesta, unámonos a la celebración. Aumentemos la “potencia” del amor y no habrá interferencia que valga.

Y de regalo, la canción de Martín Valverde que Axel Cantó en la JMJ de Río junto a él y a Soledad Pastorutti


 



¡FELIZ FIESTA, AMIGOS!

sábado, 31 de agosto de 2013

Descansos y "descansos" (parte 2ª)


Una tarea que podría haber resultado rutinaria, como es lavar la ropa, se hacía distraída en nuestro patio de luces. Era gracias a las conversaciones que una vecina tenía con sus niños pequeños. Primero el mayor, hasta que creció, luego el mediano y por fin la pequeña y más traviesa. Un día, la mamá se pasó horas convenciendo a su hija de que le abriera la puerta de la galería, ya que la había dejado encerrada y no había nadie más en casa. Otro día pasó a la historia de los recuerdos familiares. Se oyó a la niña quejarse de algo desde el fondo de la casa y la respuesta fue espectacular: “¿Te cansas, hija, te cansas?” y con tono absolutamente enfático: “¡Y tu madre!, ¿No se cansa?”.Hace más de veinte años y me parece que aún lo oigo. 
Así somos de pequeños; nuestra mamá es como “el departamento de quejas o el libro de reclamaciones” de la vida. Lamentablemente, en muchas ocasiones permanecemos de ese modo aún de mayores, especialmente respecto a Dios. Generalmente estamos muy atentos a nuestros sufrimientos, cansancios, deseos, pero…¿Y los de los demás? ¿Y los de Dios?

Sin darnos cuenta nuestro discurso interior es del estilo de: “¡Hay que ver qué egoísta es éste, piensa en sí mismo en lugar de estar pensando en todo el tiempo!”.

Alguien podría alegar que Dios no se cansa. Es cierto, en la Gloria no se cansa, pero en su paso por la tierra se cansó, y mucho. También en nuestros hermanos que sufren (¿quién no?). Podemos descansarle a través de los tiempos y en su Cuerpo Místico con nuestros cansancios de hoy asumidos por amor.  No se tratará, generalmente, de hacer grandes mortificaciones o penitencias. Suele ocurrir que lo que más nos cuesta es torcer nuestra voluntad y aceptar y vivir con amor la vida de cada día y de cada minuto.


Un capítulo aparte merece el tema de las personas que no suelen prestar la necesaria atención a sus propios cansancios. A veces se nos educa de modo que sólo pensamos en los demás y no nos parece que tengamos derecho a cuidarnos. Para estos casos, hay que recordar que en mí también está Jesús sufriendo.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. Es de justicia que cada cual tenga el descanso que necesita (Dios incluido).
                                                                                                              Pilar V. Padial

domingo, 25 de agosto de 2013

Descansos y "descansos" (parte 1ª)


No sé si en vuestros idiolectos se utiliza esa expresión que dice algo parecido a “¡Anda,
que “Te habrás quedado a gusto, ¿no?”. Es una ironía. Uno se quedaría a gusto o descansando si hubiera hecho la cosa en cuestión a conciencia, lo mejor posible, y el resultado hubiera sido acorde con el esfuerzo, muy satisfactorio. Por el contrario, en sentido figurado… ¡Justo al revés! 

Me ha venido repetidamente a la mente esa expresión y he estado meditando sobre ella relacionándola con el tema de esta etapa del camino. A veces, ese descansar de algunos, supone hacer las cosas tan mal que carga a los demás con cansancios y trabajos o penas adicionales. Cuando uno no lleva su propia cruz, la debe de llevar otro. Está el mundo lleno de personas que tienen esa fea costumbre y hacen, con ello, malvivir a los que le rodean. Cuando, por el contrario, llevamos con amor la cruz de otro para aliviarle un poco porque lo vemos agotado o queremos obsequiarle, la cosa cambia. Mucho más aún si ese otro no es que esté demasiado cargado sino que es un irresponsable, un egoísta, un desconsiderado… pero no queremos que haya terceros que sufran las consecuencias. Cuando nos cansamos por otro con amor, ayudamos al mismo Jesucristo a llevar la Cruz  a lo largo del camino del Calvario. Simón de Cirene lo hizo, aunque un poco forzado. Aun así, seguro que Él sabrá agradecérselo generosamente. Las santas mujeres que le acompañaban moralmente o la Verónica que enjugó su rostro, lo hicieron de buen grado. Nosotros podemos viajar en el tiempo y estar allí, realmente presentes para descansar a Jesús. Podemos hacerlo porque el Sacrificio de la Cruz se actualiza constantemente en la sagrada Eucaristía. También porque Él, el dueño de los tiempos tiene toda la eternidad presente ante sí y nos tuvo presentes en el momento de su Pasión. Podemos hacerlo, finalmente, porque el mismo Jesús nos dice:

"lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis" (Mt. 25, 40)


Resulta muy interesante la Fábula 109 de Esopo, la del caballo y el asno. Pensemos, no obstante, que muchas veces cargamos con cargas injustas, a causa de la deshonestidad de otros. Si es esa la voluntad de Dios en ese momento, no dudemos en hacerlo con amor. En ese caso el que es honesto, el que siempre es Honesto es Jesús, por quien debemos hacer todo. También podemos descansarle del peso de nuestras culpas con el ofrecimiento diario de las obras, afectos… , la oración, la penitencia, etc.


                                                                                                     (continuará)

sábado, 3 de agosto de 2013

Es el amor quien descansa


Hace apenas dos días, falleció Alba Pérez. Con sus cinco añitos recién cumplidos, llevaba ya más de cuatro luchando por superar una grave enfermedad. La acompañaban en ese empeño, con gran amor y no poco sufrimiento sus padres, su hermanita melliza, Ariadna y el resto de su familia.

Hemos llegado a conocerlos muy bien a través de los medios sociales.
 

El mismo camino emprendió Renzo, otro pequeño de nuestro grupo de facebook “Oremos por los niños enfermos, que están en peligro o sufriendo especialmente”  (https://www.facebook.com/#!/groups/421951327852968/), que esperaba recibir un corazón para un transplante.

 

Tenemos plena confianza en que ambos han entrado en el Descanso de Dios, ese “descanso” con mayúsculas al que todos aspiramos y que es nuestra única meta, en realidad. En el caso de estos dos niños estamos seguros de que lo han alcanzado, no sólo por su corta edad, sino porque recorrieron el esforzado camino del “Descanso en la Cruz de Jesucristo”, otro “descanso” con mayúsculas. Jesús ya nos dijo que fuéramos a Él todos los que estamos cansados y agobiados porque Él nos aliviará con su yugo que es ligero (Cf Mt 11, 28, 30). Quien reposa en la Cruz de Cristo sabe que camina por lugar seguro y que puede confiar plenamente en que “todo lo puede en Cristo que le fortalece”. Él ha recorrido ese camino por cada uno de nosotros y lo sigue recorriendo en cada uno de nosotros.


La Cruz que nos une
Era mucho lo que unía con Alba. En el fondo de su sonrisa, de su mirada, se escondía la profundidad del horizonte y la belleza aterciopelada de un amor que nos resulta conocido. En Alba, como en todos los que sufren, nos encontrábamos con Cristo. A Alba, nos unía el Espíritu de Cristo. En ese lugar común no hacían falta palabras, ni indagar acerca de currículums o lugares de destino para las vacaciones. En ese lugar común se entra a través del olvido de todo para reposar en el Señor. Por eso, lo que nos unía a Alba (en pasado) sigue uniéndonos (en presente) si de veras es en Cristo donde descansamos y en pos de cuyo Descanso eterno caminamos.

 

Os pido, por favor, una oración por estos niños, y por todos los que fallecieron. Por su eterno descanso  y por el consuelo y ánimo para sus familias. También para ellos llegó el momento de descansar en un remanso del camino tras haber merecido con su generosidad, trabajos y amor, el abrazo del Señor que dice: “cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40)

 

Gracias, Alba…por el descanso que, con tu rostro alegre, sereno y profundo, has traído tantos días a mi vida, que descansa también en la Cruz del Señor. Nos vemos.


Os recomiendo vivamente que leáis este artículo porque es de gran profundidad y belleza:


 

 

jueves, 4 de abril de 2013

¡Cuidadito con la anemia!


Me mareaba mucho, estaba más agotada que de costumbre, tenía calambres y otras molestias nuevas. Un análisis de sangre rutinario mostró la causa: tenía anemia ferropénica. Para entendernos, me faltaba hierro, aunque no glóbulos rojos. A pesar de que comía bien y no me faltaba peso (más bien lo contrario), algún déficit en la asimilación de este elemento unido a pérdidas del mismo me habían dejado así.  La solución, gracias a Dios, muy sencilla: me recetaron hierro. Tuve que pasar el verano cuidando su toma regular en las condiciones adecuadas para su correcta asimilación. No era nada complicado pero sí requería constancia y algo de sacrificio. De no hacerlo así hubiera requerido transfusión. O sea que la levedad  el remedio era bastante mayor que las consecuencias de no llevarlo a cabo. Y es que sin él el oxígeno no puede recogerse y transportarse bien a todas las células del cuerpo. La respiración celular, ésa que hace quevivan, no funciona bien y todo se resiente.



Cuidé todo lo relacionado con el hierro durante unos tres meses y me puse bien de su carencia. Tendré que ir revisando y prestando atención al hierro asiduamente.

¿Por qué os cuento todo esto? ¿Sabéis cuál es el símbolo químico del hierro? Fe, ¡Sí, Fe!

La Fe es el alimento que oxigena nuestra vida espiritual. Si nos falta, por mucho que nos sobre inteligencia, riqueza o talentos, la Caridad y la Esperanza se resienten. Podemos perder la Fe por pequeños descuidos, cediendo a pensamientos e ideas insidiosas, con pecados e infidelidades, descuidando la oración, los Sacramentos… Hay que ir “ingiriendo” asiduamente Fe para mantenerla y pedirle al Señor que nos la aumente.

¡Cuidado con las anemias de Fe!

 

miércoles, 3 de abril de 2013

Dime con quién andas...

¿De qué se alimenta Jesús?:

Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra.
(Jn 4, 34)
 También ha de ser la nuestra.


A nosotros, ¿qué nos da a comer?:

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida». Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: «Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?» (...)

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren dejarme?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios».
(Juan 6, 55. 60-69)

Algunos no pudieron alimentarse de la verdadera comida porque se alejaron de Él.
 

“(…) ESCOGE LA VIDA (…) AMANDO AL SEÑOR, TU DIOS, ESCUCHANDO SU VOZ, PEGÁNDOTE A ÉL (…)” (Deut  30, 19-20)

La Pascua es el corazón del año litúrgico, la Fiesta de las Fiestas. En ella celebramos el paso de Jesús, nuevo Cordero Pascual inmolado por nosotros, a su Padre, a través de su muerte y Resurrección. Él ha derrotado la muerte para siempre; compadecido de nosotros, ha llevado a la plenitud aquello que se prefiguraba en la Pascua judía: Dios pasa adelante perdonando.

Consumando este Misterio, Cristo abrió para nosotros las fuentes de la salvación. La sangre y el agua que brotaron de su costado traspasado en la Cruz son figuras y manantial del Bautismo y la Eucaristía, Sacramentos de vida nueva. Desde entonces es posible “nacer del agua y del Espíritu” para entrar en el Reino de Dios (Cf Jn 3,5). La entrada en dicho Reino será la Pascua final de la Iglesia. Cuantas veces se renueva en el Altar el Sacrificio Eucarístico, Sacrificio de la Cruz, se realiza la obra de nuestra Redención.

El Sacramento del Bautismo, puerta que abre el acceso a los demás Sacramentos, es el fundamento de toda la vida cristiana. (Merecería la pena celebrar el aniversario de esa fecha con igual gozo, o incluso mayor, que aquél con el que festejamos otros eventos). Constituye la comunión con la muerte de Cristo, en la que se “sepulta” místicamente al catecúmeno, para salir con Él, por la Resurrección, como “nueva criatura”. Éste es el sacerdocio común conferido a todos los bautizados. Si con Él morimos (al hombre viejo), viviremos con Él resucitados. Si “gastamos” nuestra vida por Amor unidos a Él, de la Cruz brotará la alegría de la Resurrección.

“Son las malas compañías” –decimos comprensivos, en ocasiones, ante el mal obrar de alguno-… ¡Qué hermoso sería que, en cambio, pudieran decir de nosotros, viendo nuestra vida, obras, cómo nos amamos: “son las buenas compañías”!... Podrán hacerlo de veras, si no abandonamos en ningún momento el trato amoroso y familiar con Dios, María y todos los que están en su Corazón.

Podemos dejarnos encontrar por Dios en los ratos reservados sólo a la oración; también viendo en cada hermano a Jesús, pues lo es (es un miembro de su Cuerpo); elevando frecuentemente nuestro corazón a Él en nuestro quehacer cotidiano, explicándole y ofreciéndole nuestras cosas, grandes o pequeñas… Cumpliendo nuestros deberes, en las tareas necesarias y útiles no nos apartamos de Él; muy al contrario, nos abraza lleno de agrado, cuando trabajamos bien y con Amor. Alcanzar ésta, nuestra meta, es un don de Dios que debemos pedirle con humildad e insistencia. Viviendo así, “arrimaditos“ a Jesús, se nos “contagiarán” sus sentimientos, sus costumbres, sus gestos… iremos a donde Él vaya y haremos lo que Él haga. Entonces nos convertiremos en un reflejo de la Casa del Padre y despertaremos en otros la nostalgia de volver a ese Hogar.

El próximo domingo celebraremos la Fiesta de la Misericordia Divina.  Dios se ha compadecido de nosotros. Compasivos también nosotros, oremos por la paz y el fin de toda clase de guerras. Pidamos por los que sufren y por los que hacen sufrir. No desfallezcamos; la oración, aunque en ocasiones pudiera parecerlo, nunca fracasa; nada más útil, eficaz y necesario que la oración.
¡Alimentémonos de la compañía del Señor!

¡Buena Pascua!
Blogueros con el Papa