sábado, 31 de agosto de 2013

Descansos y "descansos" (parte 2ª)


Una tarea que podría haber resultado rutinaria, como es lavar la ropa, se hacía distraída en nuestro patio de luces. Era gracias a las conversaciones que una vecina tenía con sus niños pequeños. Primero el mayor, hasta que creció, luego el mediano y por fin la pequeña y más traviesa. Un día, la mamá se pasó horas convenciendo a su hija de que le abriera la puerta de la galería, ya que la había dejado encerrada y no había nadie más en casa. Otro día pasó a la historia de los recuerdos familiares. Se oyó a la niña quejarse de algo desde el fondo de la casa y la respuesta fue espectacular: “¿Te cansas, hija, te cansas?” y con tono absolutamente enfático: “¡Y tu madre!, ¿No se cansa?”.Hace más de veinte años y me parece que aún lo oigo. 
Así somos de pequeños; nuestra mamá es como “el departamento de quejas o el libro de reclamaciones” de la vida. Lamentablemente, en muchas ocasiones permanecemos de ese modo aún de mayores, especialmente respecto a Dios. Generalmente estamos muy atentos a nuestros sufrimientos, cansancios, deseos, pero…¿Y los de los demás? ¿Y los de Dios?

Sin darnos cuenta nuestro discurso interior es del estilo de: “¡Hay que ver qué egoísta es éste, piensa en sí mismo en lugar de estar pensando en todo el tiempo!”.

Alguien podría alegar que Dios no se cansa. Es cierto, en la Gloria no se cansa, pero en su paso por la tierra se cansó, y mucho. También en nuestros hermanos que sufren (¿quién no?). Podemos descansarle a través de los tiempos y en su Cuerpo Místico con nuestros cansancios de hoy asumidos por amor.  No se tratará, generalmente, de hacer grandes mortificaciones o penitencias. Suele ocurrir que lo que más nos cuesta es torcer nuestra voluntad y aceptar y vivir con amor la vida de cada día y de cada minuto.


Un capítulo aparte merece el tema de las personas que no suelen prestar la necesaria atención a sus propios cansancios. A veces se nos educa de modo que sólo pensamos en los demás y no nos parece que tengamos derecho a cuidarnos. Para estos casos, hay que recordar que en mí también está Jesús sufriendo.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. Es de justicia que cada cual tenga el descanso que necesita (Dios incluido).
                                                                                                              Pilar V. Padial

domingo, 25 de agosto de 2013

Descansos y "descansos" (parte 1ª)


No sé si en vuestros idiolectos se utiliza esa expresión que dice algo parecido a “¡Anda,
que “Te habrás quedado a gusto, ¿no?”. Es una ironía. Uno se quedaría a gusto o descansando si hubiera hecho la cosa en cuestión a conciencia, lo mejor posible, y el resultado hubiera sido acorde con el esfuerzo, muy satisfactorio. Por el contrario, en sentido figurado… ¡Justo al revés! 

Me ha venido repetidamente a la mente esa expresión y he estado meditando sobre ella relacionándola con el tema de esta etapa del camino. A veces, ese descansar de algunos, supone hacer las cosas tan mal que carga a los demás con cansancios y trabajos o penas adicionales. Cuando uno no lleva su propia cruz, la debe de llevar otro. Está el mundo lleno de personas que tienen esa fea costumbre y hacen, con ello, malvivir a los que le rodean. Cuando, por el contrario, llevamos con amor la cruz de otro para aliviarle un poco porque lo vemos agotado o queremos obsequiarle, la cosa cambia. Mucho más aún si ese otro no es que esté demasiado cargado sino que es un irresponsable, un egoísta, un desconsiderado… pero no queremos que haya terceros que sufran las consecuencias. Cuando nos cansamos por otro con amor, ayudamos al mismo Jesucristo a llevar la Cruz  a lo largo del camino del Calvario. Simón de Cirene lo hizo, aunque un poco forzado. Aun así, seguro que Él sabrá agradecérselo generosamente. Las santas mujeres que le acompañaban moralmente o la Verónica que enjugó su rostro, lo hicieron de buen grado. Nosotros podemos viajar en el tiempo y estar allí, realmente presentes para descansar a Jesús. Podemos hacerlo porque el Sacrificio de la Cruz se actualiza constantemente en la sagrada Eucaristía. También porque Él, el dueño de los tiempos tiene toda la eternidad presente ante sí y nos tuvo presentes en el momento de su Pasión. Podemos hacerlo, finalmente, porque el mismo Jesús nos dice:

"lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis" (Mt. 25, 40)


Resulta muy interesante la Fábula 109 de Esopo, la del caballo y el asno. Pensemos, no obstante, que muchas veces cargamos con cargas injustas, a causa de la deshonestidad de otros. Si es esa la voluntad de Dios en ese momento, no dudemos en hacerlo con amor. En ese caso el que es honesto, el que siempre es Honesto es Jesús, por quien debemos hacer todo. También podemos descansarle del peso de nuestras culpas con el ofrecimiento diario de las obras, afectos… , la oración, la penitencia, etc.


                                                                                                     (continuará)

sábado, 3 de agosto de 2013

Es el amor quien descansa


Hace apenas dos días, falleció Alba Pérez. Con sus cinco añitos recién cumplidos, llevaba ya más de cuatro luchando por superar una grave enfermedad. La acompañaban en ese empeño, con gran amor y no poco sufrimiento sus padres, su hermanita melliza, Ariadna y el resto de su familia.

Hemos llegado a conocerlos muy bien a través de los medios sociales.
 

El mismo camino emprendió Renzo, otro pequeño de nuestro grupo de facebook “Oremos por los niños enfermos, que están en peligro o sufriendo especialmente”  (https://www.facebook.com/#!/groups/421951327852968/), que esperaba recibir un corazón para un transplante.

 

Tenemos plena confianza en que ambos han entrado en el Descanso de Dios, ese “descanso” con mayúsculas al que todos aspiramos y que es nuestra única meta, en realidad. En el caso de estos dos niños estamos seguros de que lo han alcanzado, no sólo por su corta edad, sino porque recorrieron el esforzado camino del “Descanso en la Cruz de Jesucristo”, otro “descanso” con mayúsculas. Jesús ya nos dijo que fuéramos a Él todos los que estamos cansados y agobiados porque Él nos aliviará con su yugo que es ligero (Cf Mt 11, 28, 30). Quien reposa en la Cruz de Cristo sabe que camina por lugar seguro y que puede confiar plenamente en que “todo lo puede en Cristo que le fortalece”. Él ha recorrido ese camino por cada uno de nosotros y lo sigue recorriendo en cada uno de nosotros.


La Cruz que nos une
Era mucho lo que unía con Alba. En el fondo de su sonrisa, de su mirada, se escondía la profundidad del horizonte y la belleza aterciopelada de un amor que nos resulta conocido. En Alba, como en todos los que sufren, nos encontrábamos con Cristo. A Alba, nos unía el Espíritu de Cristo. En ese lugar común no hacían falta palabras, ni indagar acerca de currículums o lugares de destino para las vacaciones. En ese lugar común se entra a través del olvido de todo para reposar en el Señor. Por eso, lo que nos unía a Alba (en pasado) sigue uniéndonos (en presente) si de veras es en Cristo donde descansamos y en pos de cuyo Descanso eterno caminamos.

 

Os pido, por favor, una oración por estos niños, y por todos los que fallecieron. Por su eterno descanso  y por el consuelo y ánimo para sus familias. También para ellos llegó el momento de descansar en un remanso del camino tras haber merecido con su generosidad, trabajos y amor, el abrazo del Señor que dice: “cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40)

 

Gracias, Alba…por el descanso que, con tu rostro alegre, sereno y profundo, has traído tantos días a mi vida, que descansa también en la Cruz del Señor. Nos vemos.


Os recomiendo vivamente que leáis este artículo porque es de gran profundidad y belleza:


 

 
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