El comienzo de papado
del Papa Francisco nos ha pillado un poco por sorpresa. Una sorpresa muy grata,
sin embargo. No podía ser de otro modo pues creemos que el Espíritu Santo
iluminó la elección y Dios cuida de su Iglesia:
“Yo también te digo
que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella”. (Mt 16, 18)
Los primeros mensajes del Papa son claros: servicio, pobreza, humildad, ternura. Me conmovió especialmente su homilía para la Festividad de San José en la que nos invita a ser custodios como Nuestro Santo Patrón. Custodiar al hermano, a nosotros mismos, a la creación.
Mi actividad bloguera
comenzó, hace ya años, como consecuencia de los artículos que comencé a escribir para las revistas
parroquiales de la zona. Realmente se me representa Jorge Mario Bergoglio como
el Párroco de una gran Parroquia universal. Y me parece estar escribiendo un post para esa Parroquia llamada Iglesia.
Dios llama a cada uno,
según las capacidades con que le ha dotado, a desempeñar diferentes servicios
en la Comunidad Parroquial, y en cualquier otra comunidad. Es importante
responder con diligencia a esta llamada pues la tarea es mucha y los que la
llevan a cabo se ven sobrecargados, muy especialmente los sacerdotes.
Muchos no estamos
capacitados para ejercer funciones concretas. Nadie, sin embargo, está excluido
de su misión de servicio. Es imprescindible la contribución en dos frentes: la
oración y la Bondad en la convivencia.
Es sabido de todos
cómo nada bueno hay que no nos venga de Dios cuyas gracias alcanzamos, por
manos de María, a través de la oración.
En cuanto a la Bondad,
cultivar esta virtud es una urgencia en nuestros días. Si bien son necesarias
personas capaces en todos los ámbitos, el óleo que suaviza las heridas de la
vida es la convivencia con personas buenas.
La Bondad es un fruto
del Don del Espíritu Santo llamado Piedad.
Por tanto, hay que
pedírsela a Él para que nos lo conceda. Es el Amor hecho vida para nuestros
hermanos; percibir en los demás el latido del Corazón de Cristo; ser
transmisores de la Bendición de Dios.
Vestir al desnudo es
una obra de Misericordia. Todos debemos vestir al que está desarropado de
ternura, afecto, sonrisas, de sentirse importante y querido. Se trata de una
desnudez muy frecuente, casi universal.
¡Cómo nos devuelve la
Esperanza una sonrisa amable, un interesarse por nosotros, aquél que nos estrecha
la mano cuando sufrimos, el que se alegra de vernos y nos lo manifiesta! Una
cortesía inesperada, saber que nuestro nombre está seguro en la boca del
hermano, nos viste el corazón de fiesta.
Servir así a la
Parroquia es como llevar la intendencia de los corazones: cuidar de que estén
bien alimentados para que tengan suficientes energías y vitaminas para sus
valiosos cargos y tareas.
Muchas veces nos sentimos solos y heridos. Démonos cuenta de que eso le sucede también a los demás. A veces la frialdad y el desapego se han apoderado de nuestras comunidades, falta un poco de calor. Os aseguro que todo es empezar, acaba siendo contagioso.
Como dice la canción:
“¡Qué suerte tener un corazón sin puertas! ¡Qué suerte tener las manos siempre
abiertas!”
Os aconsejo esta entrevista que se publica en el blog de la Asociación de Blogueros con el Papa, presentando dos libros del entonces
Cardenal Bergoglio:
Pilar, ¡Cuántas palabras con tanto trasfondo, dichas en tan poco espacio y como si explicases un cuento para niños! A mí me desborda tu sencillez en la exposición, tu capacidad para llegarme a lo más profundo de mi ser ¿al corazón? ¿al alma?. No sé Pilar, la cuestión es que me llegas y lo más importante para mí, me animas, me animas a seguir adelante. Gracias Pilar.
ResponderEliminarTomo buena nota de tus últimas palabras:
Como dice la canción: “¡Qué suerte tener un corazón sin puertas! ¡Qué suerte tener las manos siempre abiertas!”
¡Qué el Señor te bendiga por el bien que haces con tus palabras!
¡Muchísimas gracias, Asun! A mí me conmueven y me animan mucho tus comentarios. Todo lo bueno que haya en lo que escribo, agradezcámoselo al Espíritu Santo, pues de Él proviene.
EliminarMe alegro de que te ayuden. Ése es el principal motor que me mueve a escribir: que pueda ayudar a quien lo lee.
Bendiciones, querida hermanita, un abrazo.
Cuanta riqueza descubierta y adormecida dentro de nosotros mismos. Y una riqueza al alcance de todos, de ricos materiales, y de pobres carente de esa riqueza material.
ResponderEliminarTodos hemos sido sembrados, y regados con el agua de la Gracia de Dios. Tenemos riquezas, pero también pobrezas. Ambas habrá que compartirlas, eso se llama amor. Y si las compartimos, veremos con asombre que el mundo irá mejor. Jesús nos habló precisamente de eso.
Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.
Muy bien dicho, Salvador, y además de un modo muy bello. Un abrazo y bendiciones.
EliminarHermanita, ya estás en mi mundo de blogs.
ResponderEliminarEs curioso, a las puertas las he nombrado en mi entrada de hoy significando todo lo contrario: no abrirlas para quedarnos más a solas con Cristo... Cómo todo puede ser uno y su contrario.
Un fuerte abrazo
Se trataría, quizá de cerrar las puertas a todo lo que no venga de Dios y abrirlas de par en par a Él y a todo por Él ¿No?
Eliminar