Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
Se trata de un fragmento del Cántico Espiritual de San Juan
de la Cruz. En efecto, vamos por el mundo, apreciando toda la belleza que en él
hay y gozando de los bienes que Dios tenga a bien concedernos. Pero siempre teniendo en cuenta la fugacidad
de esta vida pasajera y su subordinación a la definitiva, de la que sólo es
figura. En resumen, dirigiéndolo y ordenándolo todo a Dios que es para Quien
hemos sido creados y vivimos.
Y yo añadiría: y
apagaré de vez en cuando el teléfono móvil y dispositivos análogos para
mirarlas un poco, al menos … (Perdonadme el tono algo humorístico).
Y es que necesitamos momentos de estar a solas con nosotros
mismos, para reflexionar, para asentarnos, para contemplar lo demás. Veo a
niños y mayores con los ojos y los dedos absolutamente pegados al móvil con
conexión a Internet en el autobús, por la calle, hasta en clase. Me da mucha pena,
muy especialmente en el caso de los niños que aún están formando su sistema
neuronal. ¡No puede ser bueno para la persona convertirse en un simple
periférico de un aparatejo! Cosa muy diferente es utilizarlo con orden. Para
eso es muy útil y una bendición. Las personas tenemos demasiado miedo a estar a
solas con nosotros mismos y eso es un peligro.
También podemos ver algo parecido en:
1 Cor. 7:29-32, :el
tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la
tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si
no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan
de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se
pasa ... Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja.
Veo que aquí se profundiza aún más y ya nos vemos abocados a
la necesidad de oración, de vida con Dios y en Dios sin la que es imposible
vivir esto.
No somos seres aparte del mundo, ni el mundo es malo, ni nos
evadimos de Él. Pero gracias a Jesús, su Encarnación y su Redención, lo
atravesamos trascendiéndolo para que todas las cosas sean redimidas por Cristo,
¡Incluso los teléfonos móviles! :
"dándonos a
conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había
propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación
del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que
están en la tierra" (Ef. 1:9-10).