El fenómeno es conocido desde la antigüedad, pero cada persona lo descubre por sí mismo como asombroso. En una cálida noche de verano, el acogedor canto de los grillos acompaña la amena charla que tenemos con los amigos en la terraza mientras cenamos algo refrescante. Nuestra mirada, relajada, vaga y, ahí está: una enorme luna asoma tras la línea del horizonte.
-¡Qué luna tan grande hay hoy!, ¿Cómo es eso?-
dice alguien.
Hay
dos maneras simples de comprobar que lo que percibimos como una luna más grande
no es real, sino la ilusión óptica más grande del mundo.
La
primera, enrollar una hoja de papel a modo de telescopio y observar nuestro
satélite a su través, aislándolo de su entorno. Inmediatamente la sensación de
la gran luna se desvanece.
El
segundo método requiere una cámara y algo de técnica fotográfica. Tomando
exposiciones a intervalos fijos durante la carrera celeste de la luna, se
verifica que su tamaño es siempre el mismo.
Y, en nuestra cena veraniega, comienzan las
explicaciones:
-Es por el grosor de la capa atmosférica, igual
que tiñe los ocasos de rojo- dice uno.
-Es debido a la refracción por el polvo y otras
sustancias en suspensión. Como cuando parece que una cucharita en un vaso de
agua está rota- añade otro.
Y así las explicaciones se suceden hasta que
alguna deja a todos convencidos o, en cambio se cansan y cambian de tema.
Pero no es un enigma sencillo de resolver. Los científicos han tenido que darle bastantes vueltas antes de encontrar una explicación satisfactoria. Incluso la NASA tiene una página web dedicada a este debate.
“Para
la correcta percepción del tamaño de un objeto, es importante disponer también
de información correcta sobre la distancia real al observador. El cerebro
humano calcula el tamaño de los objetos a partir del tamaño de la imagen
proyectada en la retina (el tamaño angular) y del conocimiento disponible
acerca de su distancia (ley de Emmert), dado que un objeto más cercano a la
retina produce una imagen de mayor tamaño que uno más alejado, el cerebro,
empleando la experiencia, interpreta que está más cerca. Como la Luna está
siempre a una distancia constante durante la misma noche, el supuesto cambio de
tamaño de la Luna dependiendo de su cercanía al horizonte es una ilusión (…)
El
tamaño real de la Luna en las cercanías del cenit no se percibe correctamente.
Todos los astrónomos saben, que la Luna tiene un diámetro mucho más grande
(3.476 km), de lo que la ligeramente defectuosa percepción humana permite
apreciar. Por esta causa aparece la apreciación incorrecta de la distancia: la
enorme distancia (aproximadamente 385.000 km) de la Luna no es perceptible para
el hombre, pero la «Luna en el horizonte» parece más lejana que cuando está en
lo alto del firmamento. A causa de la presencia de información de referencia
(árboles, casas, etc.) junto a la visión de la línea del horizonte y de la
ausencia de estas referencias en lo alto hace que el cielo, en el que parecen
estar suspendidas la Luna, el Sol y las estrellas, parezca achatado. Dado que
en ambos casos el tamaño de la imagen en la retina es el mismo, a causa de la
diferente percepción de las distancias parecería más grande la Luna en el
horizonte y menor en las proximidades del cenit”.
En
este vídeo puede verse muy bien y, aunque está en inglés, basta con las
imágenes para comprenderlo bien:
(Vídeo de http://mangasverdes.es/2012/10/26/explicacion-animada-ilusion-lunar/)
Así pues ¡Es sólo una ilusión óptica la que nos hace percibir esas diferencias de tamaño entre la luna en lo alto del cielo y la luna en el horizonte! Se trata de la llamada "ilusión de Ponzo" que también nos hace percibir como de distintos tamaños los dos segmentos amarillos:
No hay comentarios:
Publicar un comentario