Hace apenas dos días, falleció Alba Pérez. Con sus cinco
añitos recién cumplidos, llevaba ya más de cuatro luchando por superar una
grave enfermedad. La acompañaban en ese empeño, con gran amor y no poco
sufrimiento sus padres, su hermanita melliza, Ariadna y el resto de su familia.
Hemos llegado a conocerlos muy bien a través de los medios sociales.
El mismo camino emprendió Renzo, otro pequeño de nuestro
grupo de facebook “Oremos por los niños enfermos, que están en peligro o
sufriendo especialmente” (https://www.facebook.com/#!/groups/421951327852968/),
que esperaba recibir un corazón para un transplante.
Tenemos plena confianza en que ambos han entrado en el
Descanso de Dios, ese “descanso” con mayúsculas al que todos aspiramos y que es
nuestra única meta, en realidad. En el caso de estos dos niños estamos seguros
de que lo han alcanzado, no sólo por su corta edad, sino porque recorrieron el esforzado
camino del “Descanso en la Cruz de Jesucristo”, otro “descanso” con mayúsculas.
Jesús ya nos dijo que fuéramos a Él todos los que estamos cansados y agobiados
porque Él nos aliviará con su yugo que es ligero (Cf Mt 11, 28, 30). Quien
reposa en la Cruz de Cristo sabe que camina por lugar seguro y que puede
confiar plenamente en que “todo lo puede en Cristo que le fortalece”. Él ha
recorrido ese camino por cada uno de nosotros y lo sigue recorriendo en cada
uno de nosotros.
La Cruz que nos une |
Era mucho lo que unía con Alba. En el fondo de su sonrisa,
de su mirada, se escondía la profundidad del horizonte y la belleza
aterciopelada de un amor que nos resulta conocido. En Alba, como en todos los
que sufren, nos encontrábamos con Cristo. A Alba, nos unía el Espíritu de
Cristo. En ese lugar común no hacían falta palabras, ni indagar acerca de currículums
o lugares de destino para las vacaciones. En ese lugar común se entra a través
del olvido de todo para reposar en el Señor. Por eso, lo que nos unía a Alba
(en pasado) sigue uniéndonos (en presente) si de veras es en Cristo donde
descansamos y en pos de cuyo Descanso eterno caminamos.
Os pido, por favor, una oración por estos niños, y por todos
los que fallecieron. Por su eterno descanso
y por el consuelo y ánimo para sus familias. También para ellos llegó el
momento de descansar en un remanso del camino tras haber merecido con su
generosidad, trabajos y amor, el abrazo del Señor que dice: “cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí me lo hicisteis”
(Mt 25, 40)
Gracias, Alba…por el
descanso que, con tu rostro alegre, sereno y profundo, has traído tantos días a
mi vida, que descansa también en la Cruz del Señor. Nos vemos.
Os recomiendo
vivamente que leáis este artículo porque es de gran profundidad y belleza:
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