Me he fijado en que, cada vez más, se busca mucho la rentabilidad en todo. Si quedamos con un amigo, ha de ser para algo, y mantenemos esa amistad porque nos interesa para alguna cosa. Si uno no hace nada importante o rentable, queda fuera del circuito. Nunca me gustó eso, pero cada vez menos. Creo que es bello amar a las personas por sí mismas y gozar y disfrutar por su sola compañía. Eso me lleva a pensar en lo mucho que acostumbramos a querer utilizar a Dios. Si vamos a Misa es para…si rezamos es porque queremos… ¡¿Dónde está aquello de disfrutar de la mutua compañía?!
Y sobre el Sacramento de la Reconciliación se suele escuchar
mucho eso de que “yo ni robo ni mato, no necesito confesarme” y lo de “yo me
confieso con Dios directamente”, pero también eso de “voy a que me laven las
manchas”. No sé por qué pero nunca me ha
gustado, se me representa siempre como
algo frío y distante: “suelto lo que me sobra y me quitan los restos,
pero yo, permanezco inmutable”. Se me ha dado la gracia de recibir muchísimo de
las confesiones, he experimentado muy a menudo cómo acercan más y más al
Corazón de Jesús. Cuando has tenido algún disgustillo, algún malentendido, con
alguien a quien amas, estás impaciente por recuperar la cercanía, la comunión
¡Cómo debe de dolerle a Jesús que nos sea indiferente la suya, que es la mejor!
Hay un cuentecillo judío que dice que estamos unidos por un fino
cordón a Dios. Cuando pecamos es como si cortáramos ese cordón. Pero Dios, al
perdonarnos, toma ambos extremos y los anuda, de modo que la distancia después
es menor que la que había antes de pecar. No es bueno el pecado, ofende a Dios,
pero en cierto sentido… ¡Feliz la culpa! Si dejamos actuar a Dios después,
claro.
Por supuesto, no es lo mismo el pecado venial que el mortal.
El venial se perdona con el arrepentimiento y la Comunión, pero es mucho mejor
establecer hábitos y “encontrar una excusa” para aumentar nuestra intimidad con
Dios y es que “el roce hace el cariño” y la verdad en los encuentros acerca a
los corazones. “Cuando te miro de frente a los ojos, es cuando veo en ti a mi
amigo.”